viernes, 13 de abril de 2018

LEYENDAS DE ALMERÍA.-El Milagro de San Ildefonso.




LEYENDAS DE ALMERÍA.-El Milagro de San Ildefonso.
Suceso de 1920.
En las vísperas del 20 y 23 de enero los habitantes de Olula del Río se dedican a recoger leña y a tapar sus fachadas ya que el 19 y el 22 a partir de las 10 de la noche se inicia la gran fiesta del fuego, donde vecinos protegidos y tapados sus cuerpos se dedican a lanzar miles de carretillas creando un aspecto fantasmagórico de pólvora y fuego. Una vez finalizada la tirada de carretillas, comienza la fiesta de la comida, ya que en las ascuas de las lumbres se asan morcillas, chorizos...y se bebe hasta casi de día.

Para conocer mejor estas fiestas de las carretillas hablaré de un suceso que surgió en los años 20,según versiones de los viejos de entonces que se dice que pretendían evitar las irreverencias que se hacían y se le siguen haciendo a San Ildefonso.

La imagen de San Ildefonso, copatrono con San Sebastián en la Parroquia de Olula, estaba colocada sobre una peana situada a la derecha del altar mayor. Esta imagen incluyendo la peana y la mitra no era mayor a un metro, su rostro era y es color ceniza arroalado y a veces manchado de "tiznajos". Los ancianos de ésta época se quejaban por las perrerías que le hacían soportar a la imagen de San Ildefonso que para colmo los jóvenes lo llaman "San Alicuquin".

En la procesión de las carretillas, vísperas de San Sebastián y San Ildefonso, la imagen era secuestrada de la Iglesia por los jóvenes, la colocaban en sus pequeñas andas y era portada por cuatro hombres, estos debían de pasearla por todo el recorrido entre los cohetes rateros (carretillas) saltando las hogueras de todo el itinerario. Por tanto la gente que iba debía poner en juego su habilidad para no quemarse.

Durante los días anteriores a esta procesión los vecinos de cada barrio recolectaban leñas, maderas viejas y así formaban sus propias hogueras. Ya entrada la noche de las carretillas los mozos se vestían con sus ropas más viejas, con cinta islante en muñecas, cintura y tobillos, con pasamontañas y todo tipo de vestimentas. Todo esto era necesario para protegerse a fin de preservar su físico de las quemaduras.

Un toque característico de cornetín anunciaba el inicio de la procesión, momento en el que las primeras carretillas, dirigidas al Santo, ponían un tinte de fuego color asombroso.

Los que portaban la cruz y el Santo comenzaban a bailar, saltar y brincar, y así seguían el recorrido hasta llegar a la primera hoguera, que encendida momentos antes, era imposible saltar en la forma que era perceptivo, razón por la cual dejaban el Santo en el suelo y sus portadores se sumaban al jolgorio de las carretillas y a beber en botellas y botas de vino, que también ofrecían, irreverentemente, al pobre y sufrido "San Alicuquín", a quien algunas veces, le colgaban las propias botas de vino para que le sirvieran de adorno.

Cuando la hoguera estaba algo pasada, pero aún en plena incascendencia los portadores del Santo alzaban las andas, colocaban las varas sobre sus hombros y tomando carrerilla saltaban la hoguera, para proseguir su carrera entre saltos y bailes, mezclándose entre las caretillas, hasta llegar a la siguiente hoguera, en la que volvían a situar la imagen en el suelo.
Pues lo que ocurrió en 1920, fue que cuando los jóvenes llegaron a la hoguera de la cuesta del Tío Tobías pues como de costumbre dejaron la imagen de San Ildefonso en el suelo para esperar a que las llamas permitieran saltar a la hoguera sin riesgo para los que sujetaban las andas. Mientras los portadores se dedicaban a beber y a bailar tanto que ya se les veía andar "haciendo eses" por la borrachera en la que estaban sometidos.

Cuando la hoguera se fue apagando los santeros agarraron las andas y tomando carrera cruzaron la hoguera con un vertiginoso salto para evitar quemaduras.

Estos siguieron corriendo cuesta abajo, hasta que fueron detenidos por las alarmantes voces de los acompañantes que decían:

-¡Que se ha caído el Santo! ¡Que no va sobre las andas!

Supusieron que al saltar la lumbre la tuerca que unía la peana a las ondas se había aflojado como consecuencia de los saltos, lo que hizo que la imagen se deslizara en el momento de cruzar la hoguera, cuyo intenso humo impidió la visión del Santo.

Todos se volvieron hacia la lumbre y con palos y garrotes empezaron a buscar la imagen entre las llamas. Todo fue inútil allí ya no estaba .

Alguien gritó:

-¡Milagro¡ El santo ha desaparecido de manera sobrenatural para liberarse de las irreverencias .

Aquella noche de alegría se convirtió en noche de tragedia y de malignos presagios por la creencia generalizada de que el milagro se había producido.

Las ondas y la cruz volvieron a la Iglesia. Sus portadores tuvieron mucho cuidado para no despertar al cura, para impedir sus reproches.

Pero con las primeras luces del día llegó la noticia de que efectivamente la tuerca que unía las andas con la peana se debió aflojar y al saltar la hoguera también saltó la imagen, la cual encontraron al día siguiente en el terrado de la casa contigua, mirando hacia el cielo .Desde ese día todos pensaban que eso había sido una lección que les dio el propio San Ildefonso para que no le siguieran haciendo las irreverencias. Aunque en la actualidad se siguen haciendo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario